miércoles, 28 de agosto de 2013

Había una vez, una mujer...



Dicen que esa mujer fue la mejor cazadora, hasta que se embarazó y se volvió Diosa. Ella no sabía que podía embarazarse, de hecho creía que no estaba hecha para eso y así pudo desarrollar, a través del tiempo, otras cualidades, como el arte de matar.

Pero ella no era la única mujer de la tribu, la mayoría de las mujeres poseían este poder natural para la reproducción, aunque después no sabían cómo parar o contener a éste. Durante algún tiempo creyeron que ésta era su condición, solamente la natural, como los animales. Bendecir a la tribu con todas las vidas posibles, sometidas a las necesidades de la tribu.

Pero llego el día en que esta mujer que había sido no solamente la mejor cazadora, se cuestionó cómo podría ser una Diosa sino podía controlar y decidir sobre su propio cuerpo. Se veía en los animales y en la tierra, siempre ha estado más cercana de éstos, así cobró conciencia. Y con el tiempo la naturaleza le brindó otro conocimiento, le regalo sus secretos.

Esta mujer que había experimentado durante más tiempo el placer de no estar atada a nada ni a nadie, no había experimentado los límites de sí misma. Y pensó, nuevamente, que un hijo tras otro no le permitía desarrollar otras cualidades que ella deseaba, aunque su frustración fue creciendo, ella pensaba y aprendía de otras maneras, en la espera.

Había mujeres que no habían tenido la oportunidad de experimentar en libertad y que desde el primer momento fueron exaltadas como diosas para ser sometidas. Después las tribus crecieron en el mundo y algunas se descubrieron. Siempre ha habido mujeres que por cuestiones biológicas no pudieron reproducirse y también en ellas se vieron, un día se sentaron a dialogar, primero con la mirada, después con el fuego e idearon las formas de apoyarse, tan sólo algunas.

El conocimiento se fue transmitiendo y las mujeres dentro de la tribu seguían manteniendo esta posición, y sólo ésta, en torno a ella se generaron todos los atributos al género, los mismos que conocemos hasta el día de hoy, lo que se transformo en cultura. Al mismo tiempo que se domesticaba la tierra, se domesticó a la mujer.

El crecimiento del hombre como ser esclavo de su esclavización, rumbo a la decadencia, ha ido en paralelo. Las mujeres que lucharon siempre fueron marginadas, quemadas, todas aquellas que recibieron el conocimiento de la naturaleza, perseguidas y asesinadas. La oscuridad ha sido su aliada en el tiempo, en ella se guarda el conocimiento y por esto han sido malditas, y maldecidas.

Dicen que una vez hubo una mujer que no conocía de límites y se situó en todos los tiempos, del tiempo, fue tiempo…




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