miércoles, 13 de febrero de 2013

Presagios oscuros del día a día.

Hoy me desperté ebria, serían los sueños, el sol, sobre todo. Anunciando mi día, quizá no fue el mejor, ya no puedo ver como algo folclórico lo que ocurre todos los días en esta ciudad. Los presagios nublaron mi camino. El peor horario para abordar el metro, las dos treinta de la tarde. Golpes en el metro, entre vendedores ambulantes y policías.

Gente, demasiada gente.

Comerciantes sin derecho a un trabajo digno, haciendo uso de las instalaciones del metro, violentando nuestros sentidos. Policías reprimiendo a los trabajadores ambulantes. No me importa que el metro se convierta en un mercado. ¿Pero acaso ése es el punto?

Yo creo que el punto radica en no ejercer el derecho a la educación, el derecho al trabajo, el derecho a una vida digna. El Estado ha fomentado esta situación y la ha reproducido, hasta llegar a esto. La corrupción en las instalaciones es descarada y grotesca, la trata y hasta la prostitución, emergen todos lo días, como el olor de las coladeras del centro. Donde por años han vivido niños en situación de calle, gente absorbida por el pegamento, por el concreto.

En cada punto de la ciudad se reproducen todas estas formas de violencia; anidan y se multiplican. Como las ratas, también la inmundicia, la basura por toneladas... Esto demuestra una vez más la demagogia oficial. Nadie ha hecho ni hace nada por la gente de esta ciudad. El PRD lo único que ha hecho es vender al mejor postor -Slim- y sus socios, la ciudad. Con base en asistencialismos; derechos que son fundamentales, no limosnas, engañan al pueblo trabajador y por otro lado, acaparan todo lo que pueden, para después venderlo.

Esto es lo que le importa para ellos, lo lucrativa, llamativa y novedosa, que puede ser esta ciudad, no su gente. Su gente es más fácil limpiarla, marginarla, matarla de pobreza, en las cárceles o de enfermedades, pero sí, barrerla de las ciudad de los empresarios. Aunque uno que otro folclórico no hace daño, para llamar la atención de los turistas.

 Me pregunto: ¿Qué van a hacer cuando los millones en pobreza extrema -que cada día suman más- en comercio informal, violencia, sin oportunidades, etc... se desborden de hartazgo sobre la ciudad. Cuándo estén hartos de los operativos policíacos y la persecución en su contra. A quién responderá el gobierno del D.F a la sociedad que pide trabajo -aunque no uno digno- o a la que pide un alto a la corrupción y al mercado informal. Sí usted sabe que este es un gobierno reformista y liberal, sabrá a quienes.

¿Y a dónde irán esos millones de desempleados?  A las filas de la delincuencia, el narco, la prostitución, la trata y cuánto más... Un día ya no va haber sitio para nadie aquí, así como hoy en día se desborda el metro y la ciudad, un día acabará completamente vacía. Claro, después de una tremenda batalla campal. No son pesadillas, ésas se respiran todos los días, son presagios que caminan.